Hoy no tiene ni el mínimo mantenimiento ni la más precaria seguridad. Lo han convertido en un lugar fantasmal.
El último cuidador del cementerio, quien lo mantenía limpio para que lo visiten era Don Juan León, recordado por sus eternas disputas con los niños de la zona, quienes iban al predio a buscar yatay, lo mismo que vigilaba cuando los más chicos jugaban al fútbol y definían los partidos contra la pared oeste del cementerio, por calle Nogoyá, y la pelota caía dentro del cementerio. Siempre cuidando que no se destrozara nada del patrimonio histórico de la ciudad.
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