Mientras la familia de Claudia Bertoldi reclama que se eleve a juicio la causa contra la kiensióloga Soledad Mitre por “Homicidio culposo o mala praxis”, ocurrido en septiembre del 2020 y en el marco de una práctica estética, DIARIOJUNIO se comunicó con otra víctima de la licenciada, Esperanza Corbella (24), quien expuso en detalle lo ocurrido casi dos años antes, en el mismo consultorio y con la misma profesional cuando asistió a hacerse una sesión de depilación definitiva. En ese contexto, la joven recordó que apenas vio la foto de Mitre en las noticias supo que hablaban de la misma mujer que le quemó la piel hasta dejarla ampollada y con una mancha que aún persiste. “Si la hubiera denunciando antes, tal vez alguien la investigaba y esto no ocurría”, lamentó.
En primer instancia, vale remarcar que ante la pregunta de DIARIOJUNIO respecto a si se podía hacer pública su experiencia personal y si estaba dispuesta a comparecer ante la Justicia en caso de ser requerida, la joven fue contundente en su respuesta: “Estoy a disposición de la familia de Claudia Bertoldi y del fiscal Martín Nuñez para cuando y como lo necesiten”. Incluso, insistió en que no puede creer que la mujer siga trabajando como si nada después de la muerte de Claudia, “ya que el primer paso sería evitar que siga haciendo daño”
Dicho esto, la joven de 24 años contó que a fines del 2018 llegó al consultorio de Soledad Mitre – ubicado en ese momento en calle Urquiza – a través de la publicidad en Instagram. “Se presentaba como un centro de estética que hacía depilación definitiva entre otras prácticas y estaba en pleno centro. Yo ya me estaba haciendo el tratamiento en otro lugar pero me quedaba muy lejos, así que los contacté. Hablé directamente con Mitre y pactamos la primer sesión”.
“Cuando llegué, lo primero que me llamó la atención fue que el cartel de la entrada decía Fisiología y Kinesiología, lo que me pareció raro porque yo buscaba el nombre de la estética que decía en Instagram, pero la verdad es que pensé que tal vez funcionaba en otro salón o algo así”, recordó. “Me atendió ella y entramos al salón para hacer el tratamiento. Una vez allí, tampoco me gustó que trabajara con luz pulsada y no con láser como es habitual. Yo se que esa máquina se usa para cosas más específicas y es algo que se aclara cuando se promociona un tratamiento de depilación definitiva, pero ella me dijo que era muy bueno y tenía el mismo efecto, así que accedí. La profesional supuestamente era ella”, ironizó.
‘Sentí que me estaba quemando con una plancha’
“Primero me hizo una aplicación en el rostro y estuvo bien, no me dolió, pero me pareció muy poco profesional que no me ofreciera protección solar para salir a la calle como hacen en todas las estéticas y es básico para un tratamiento en la cara, de día y en pleno verano. En cambio, me dijo que cuando llegue a casa me ponga cualquier crema”, añadió. “Pero yo venía de hacerme otras sesiones, y así como estoy segura que se debe poner el protector solar en el momento, también se perfectamente que el tratamiento no duele nada”, aclaró.
“Cuando fue el momento de hacer la depilación en la zona genital, me advirtió que iba a sentir un ‘calorcito, nada grave’, pero no duré ni 3 segundos. El dolor era como si me hubiera puesto una plancha caliente en la zona genital. Le pedí que parara porque no aguantaba la máquina y le pregunté si podía reducir la graduación, pero me contestó que si lo hacía ‘el efecto no iba a ser el mismo’. Le dije que no importaba, que bajara por favor el calor porque el ardor era insoportable y accedió a hacerlo de muy mala manera. Empezó a hablarme mal, como si fuera una floja que no aguantaba nada, y cuando volvió a tocarme con el aplicador realmente no aguanté ni 10 segundos. El dolor seguía siendo muy fuerte…porque claramente ya estaba quemada”.
“Le pedí que pare, que no iba a continuar y aceptó de muy mala manera. Intentó convencerme de seguir, pero cuando fui a cambiarme me miré y tenía una mancha rosada muy grande en la zona tratada. Ella la vio y me dijo que ‘se me iba a ir enseguida, que era normal’ y no me dio nada. Ni siquiera instrucciones de cuidado. Pasaron más de 3 años y la mancha sigue ahi”, resumió. “Con los días se fue poniendo cada vez más fea, incluso se hicieron ampollas y la piel quedó arrugada como cuando te quemás con agua caliente, el horno o una plancha. Era súper dolorosa y totalmente antiestético: en pleno verano y con eso en la piel, fue terrible”, insistió. “Tuve que ir al medico, me recetó unas cremas y con el tiempo se fue yendo el dolor, pero la mancha de quemadura, no. Estuve muy acomplejada y lo sigo estando porque aún no se fue del todo”, concluyó.
“Usa el consultorio para kinesiología y tiene lo de estética como un extra”
De esta manera, Esperanza contó su experiencia personal con la kiensióloga Soledad Mitre, afortunadamente con consecuencias mucho más leves que el fatal desenlace de Claudia Bertoldi. “Evidentemente ella usa el consultorio para kinesiología y tiene lo de estética como un ‘extra’. Yo siempre pensé que era la única a la que le había pasado esto y por eso no hablé antes. Hoy ni siquiera se si es esteticista, ni si está habilitada para esas prácticas”, cuestionó. “No es un lugar económico ni clandestino y por eso uno ingresa con total confianza. Pero resulta que podes salir quemada como me pasó a mi y ni hablar lo de Claudia”.
Finalmente, la joven remarcó en la necesidad de asesorarse bien sobre las personas que hacen este tipo de prácticas y pidió que las autoridades encargadas “investiguen realmente cómo trabajan estos lugares”. A su vez, cuestionó a la justicia por tolerar que Soledad Mitre “siga trabajando después del enorme daño que hizo y puede seguir haciendo”, y reiteró que está a disposición de ella y de la familia de Claudia Bertoldi: “Lamento tanto no haberla denunciado antes, tal vez alguien se la investigaban y quién sabe, se podría haber evitado una muerte tan injusta”, concluyó.
