Lucas Viceconte es un joven comerciante que podría ser como tantos otros en la ciudad, pero su singularidad radica en el poco común rubro con el que se gana la vida: El sexshop, un tipo de tienda donde se venden artículos eróticos y pornográficos para estimular la vida sexual en pareja o en solitario. Entrevistado por el programa “Que parezca verdad” de FM Ciudadana 89.7, Lucas, uno de los propietarios de Mistura Sexshop, cuenta cómo inició, junto a su familia, este emprendimiento que ya lleva 15 años, que es uno de los más grandes de la región y cuyo local comercial está en el barrio de La Bianca.
Un Sexshop es una tienda erótica para adultos donde se venden artículos destinados a las prácticas sexuales y la sexualidad en general como lencería erótica, juguetes sexuales, productos para practicar el sexo seguro, para el juego de roles sexuales
Lucas cuenta que este negocio lo impulsa junto con su mamá y hermana. Se involucraron en el rubro hace unos 15 años, tímidamente y a pedido de algunas clientas del ex negocio de ropa interior femenina que tenían en el barrio concordiense de La Bianca: “Es un negocio familiar. Así como muchos ponen un negocio de ropa o una carnicería, nosotros pusimos un sexshop. Al principio teníamos un local de ropa interior para mujeres y traíamos algo de lencería erótica. De a poco la clientela nos empezó a pedir cosas más jugadas, más eróticas y después nos empezaban a decir si podíamos traer ‘algo más’, pero no te terminaban por explicar demasiado que era ese ‘algo más’. Hasta que una clienta se animó y nos dijo ‘por qué no traen algunos ‘dildos’’ (nombre alternativo de “consolador”, un término algo en desuso, que hace referencia al objeto con forma de pene erecto que se utiliza para la práctica sexual). Al principio empezamos a traer por encargo. La demanda crecía, tenía salida, había mucho entusiasmo y así nos fuimos volcando para ese rubro. Comenzamos a traer mercadería y contar con stock propio, lo que nos permitió que la gente pudiera ver cómo funcionaban los distintos artículos. Cuando empezamos, la parte del sexshop ocupaba un cuarto de local, al poco tiempo ya nos ocupaba la mitad y hará unos 8 años que decidimos darle de baja a la ropa interior y apostar todo al sexshop. Fue cuando volví de estudiar y le dije a mamá para vender todo lo que nos quedaba de ropa y encarar el negocio de manera explícita, con local abierto al público y redes sociales, para venta personalizada y por plataformas de Internet; es decir, que ya no fuera un negocio encarado como un tabú, parecido a algo ilícito, escondido detrás de la pantalla de otro rubro. Hoy Mistura sexshop es un negocio de venta minorista, pero también somos mayoristas y despachamos mercadería a varias partes del país. En Concorida hay unos seis sexshops, algunos solo trabajan por redes sociales. Nosotros somos el emprendimiento de este tipo más grande de la región.”
Las primeras tiendas eróticas datan de la década del sesenta en Europa. En Concordia este rubro se inició a principios del presente milenio. Antes sólo se conseguían ‘juguetes sexuales’ viajando a ciudades más grandes o haciéndolo por teléfono a los números que aparecían en publicaciones para adultos, de a poco comenzaron a aparecer los primeros viajantes que se movían con catálogos o muestrarios de los productos, pero abarcaban a un público reducido y selecto.
Luca entiende que la sociedad actual se ha vuelto menos conservadora y más abierta a tratar en público temas de índole sexual; sin embargo, el particular rubro del sexshop sigue atravesado por el pudor y los prejuicios. Es por eso que insiste en decir que “trabajamos con un tabú. Hasta el día de hoy hay gente que le cuesta pedirlo o ir hasta el local. Hay clientes que se estacionan a dos cuadras, sobre la ruta (la Avenida Eva Perón), y tenemos que mandar a alguien hasta ahí para entregarle el producto. Tenemos gente que vemos que merodea un rato alrededor del negocio asegurándose que no venga ni haya nadie adentro. Están quienes eligen desde la puerta nomás y piden que se los llevemos hasta el auto. El cliente, lo que pide es reserva, por eso los productos cuando se entregan a domicilio van en envoltorios que disimulan el contenido, sin rótulo ni especificaciones. Sólo el comprador sabe su contenido. Nosotros, en el local, tratamos que los clientes disfruten de su estadía y los asesoramos de la mejor forma. Se intenta, en lo posible, de no atender a más de una pareja o una persona a la vez; por eso sugerimos consensuar un horario de visita. También, dependiendo si se sienten más cómodos atendidos por un varón o una mujer, pueden solicitar para que los reciba mi hermana,mi mamá o yo.”
Con el paso de los años han ido cambiando y evolucionando tanto los productos que ofrecen las tiendas eróticas como la propia presentación de los mismos y de los establecimientos en sí. Por fuera, el negocio de Lucas es reservado, no permite que se vea hacia su interior. Por dentro es una mezcla de ferretería, perfumería y juguetería para adultos, con vitrinas exhibidoras, percheros, estanterías, maniquíes, etc. El avance de la tecnología y del estudio y desarrollo de la sexología ha diversificado la cantidad de juguetes sexuales disponibles en el mercado para ambos sexos. Si en un principio, los “juguetes” emulaban determinadas partes del cuerpo humano, en la actualidad las formas no son tan explícitas y se da paso a una nueva variedad de sensaciones en torno a la vibración, los movimientos automáticos, las texturas suaves, la flexibilidad y la posibilidad que los “juguetes” tomen temperatura acorde al cuerpo, cuestión que los artefactos de antaño no permitían.

“Los dildos actuales pueden ser de silicona simil piel que toman temperatura con el cuerpo humano. Los productos vienen envasados al vacío por seguridad e higiene. Pueden venir con o sin función de vibrador, algunos funcionan a pilas y otros son recargables con conector USB. Hay dildos que vienen con una sopapa en la base que permite que puedan adherirse a cualquier superficie y quedar fijos y también pueden tener un encastre para ponerlos en un cinturón – llamado “cinturonga” en la jerga- pudiendo cumplir la función de una prótesis peneana. También viene dildos y collares de perlas de tamaños escalonados, de más pequeños a más grandes, que sirven para la estimulación y la penetración anal.”
Según detalla Lucas, “los dildos más chicos van desde los 7 cm por 1,5cm de diámetro -que son los usualmente empleados para la práctica del sexo anal- y los más grandes tienen unos 38 cm de largo por 8 de diámetro, que es el tamaño de un antebrazo”, grafica.
“Por lo general, lo primero que buscan los clientes es el dildo de tamaño medio. La industria del porno nos ha hecho creer que el pene promedio tiene 18 cm. Eso es falso. Por ejemplo, el pene argentino promedio tiene un tamaño de entre 13 cm y 15 cm. En mi opinión creo que está bueno que la pareja opte por un tamaño mayor. Es una forma de complementar y experimentar.”
Si bien la percepción y la experiencia parece indicar que la mayoría de la clientela de los sexshops serían mujeres, Lucas dice que hace tiempo ha dejado de ser así: “Hoy la clientela está repartida. Es un mercado amplio, tanto en las edades, los sexos y las orientaciones sexuales. Con la pandemia aumentó un montón la compra de estos productos. La gente estaba encerrada y aburrida. Para muchos fue una forma de mantener encendida la pasión y llevar una vida sexual entretenida.”
Respecto a los valores, un dildo -industria nacional- sale desde los 800 hasta 2100 pesos. “También hay muchos accesorios, lubricantes, aceites, perfumes con feromonas y productos que van desde los 500 pesos hasta los 7000 pesos. La vibración, la succión o la rotación es una función extra en cada artefacto. Sabemos que un pene no vibra, por lo que la vibración es un plus genial para el placer sexual”, señala.
Si bien la industria ha diversificado la oferta en artículos para adultos y su demanda trasciende edades y abarca orientaciones sexuales diversas, Lucas explica que hay una escases cuando se trata de artefactos destinados para el hombre heterosexual que busca el placer en solitario: “Por lo general, estos productos son más buscados por parejas, para compartir y darle un extra a la relación sexual. Para la autosatisfacción sexual suelen ser los clientes jóvenes los más interesados. Pero cuando se trata de juguetes para hombres heterosexuales para uso en solitario el espectro del mercado se achica bastante. Hay, por ejemplo, bombas de succión peneana y masturbadores de silicona con forma de año o vagina, pero es la franja con menor variedad de oferta.”
Entre los productos más requeridos por el público concordiense interesado por estas alternativas, según la experiencia comercial de Lucas, están “los geles saborizados, geles neutros, geles anales. Dentro de los anales hay diez tipos de geles: efecto calor o frío, dilatador, aroma a rosas, aroma a cappuccino o chocolate. Dentro de los geles tradicionales tenés esos mismos y más como geles con sensación eléctrica, geles estimuladores de clítoris, geles estimuladores de punto G, etc., que van desde los 400 a los 900 pesos. También hay pastillas naturales y perfumes para aumentar el deseo y el rendimiento sexual.”
Saliendo de los geles y entrando en los dildos, los más vendidos son la ‘Joya anal’, las ‘balas vibradoras’ inalámbricas o con cable (el inalámbrico tiene varios tipos de vibración, mientras que la versión con cable y control lo que hace es darle mayor o menor intensidad a una vibración determinada). También son muy buscados los “vibradores con estimulador de punto G”, que es un juguete con forma de pene que tiene un apéndice que sirve para la estimulación del clítoris y se carga con conexión USB (Este producto puede costar desde 4500 pesos para arriba). Otro muy requerido es el “Vibrador inalámbrico”, tiene el tamaño de un encendedor, es metalizado, viene con variedad de opciones de vibración, se carga con cable USB y es muy discreto.”

Hay personas que sostienen que les basta con lo que la naturaleza les ha dado para tener una vida sexual plena y diversa, para Lucas eso es parte de un prejuicio: “El uso de estos productos no responde a una falencia, a una necesidad, tampoco a una imposibilidad de encontrar placer con la pareja, tiene que ver más con la fantasia, el disfrute y de vivir las relaciones sexuales como a uno le guste. Están los que intentan ver esto desde cierta idea de lo que es normal, pero ¿qué es normal? Yo con los años que llevo en este rubro dudo de eso que se cataloga como ‘normal’. Para mí es muy común conocer gente con gustos por el sado (práctica sexual cuyo goce se produce causando y recibiendo cierto dolor o con una actitud pasiva, de sumisión ante un dominador/ra) o prácticas como el ahorcamiento, que tienen que ser prácticas consentidas y hechas con sumo cuidado. Es común que haya gente que disfrute disfrazarse, hacer cambios de roles, o que la aten. Cada cliente encuentra su punto de satisfacción, su límite. Hay quienes buscan cosas nuevas todo el tiempo y están los que dicen ‘bueno, listo. Ya con estas cosas que compré es suficiente. Esto me alcanza.”